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ANÁLISIS: México en el camino del autoritarismo

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ANÁLISIS: México en el camino del autoritarismo

«AMLO comienza a desagradar tanto a la comunidad empresarial como a los progresistas que votaron por él, que están comenzando a señalar el surgimiento de un líder autoritario».

Sylvia Colombo | Folha de Sao Paulo

México tendrá elecciones de mitad de período el 6 de junio.

En un país donde el mandato presidencial es de seis años sin reelección, este es un momento importante.

El presidente necesita su espacio político para desempeñarse bien en esta votación y asegurar el apoyo del Congreso y la gobernabilidad durante los próximos tres años. Así como es muy importante elegir autoridades regionales que lo ayuden a liderar un país tan grande, incluso más ante un escenario de crisis sanitaria y desaceleración económica. De lo contrario, su administración se debilitará por completo.

En este caso, al izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de 67 años, le va muy bien, no por lo que ha prometido hacer, sino por mantener alta su popularidad (63%) ante una inmensa adversidad. Las encuestas más recientes muestran que su partido, Morena (Movimiento Regeneración Nacional), está al menos 20 puntos por delante de los partidos de oposición en lo que respecta al Congreso. A nivel nacional, el país está más dividido, con Morena a la cabeza en al menos 15 de los 31 estados.

Estas cifras son intrigantes, ya que el 49% de los mexicanos dice que al gobierno le va mal en la economía y el 54% está en contra de la política de seguridad, uno de los problemas más graves de México. La contracción proyectada del PIB este año es de alrededor del 9%.

Cuando AMLO llegó al poder, había una gran fiesta en el país. Su elección, luego de tres intentos, sonó para muchos mexicanos como una liberación frente al PRI (Partido Revolucionario Institucional), y como un cambio de página frente a las dos administraciones del PAN (Partido de la Alianza Nacional) ingresó al país en una sangrienta guerra contra el narcotráfico que ya ha cobrado más de 200.000 vidas.

El veterano líder de izquierda ha navegado con gran aprobación popular desde entonces, aunque desagrada tanto a la comunidad empresarial como a los progresistas que votaron por él, que están comenzando a señalar el surgimiento de un líder autoritario, como muchos en América Latina.

Esta transformación de AMLO es evidente en el nuevo libro de uno de los más grandes pensadores mexicanos de hoy, Roger Bartra, en «Regreso a la Jaula» (Editorial Debate), que acaba de ser publicado. En el libro, el sociólogo describe el camino del autoritarismo tomado por AMLO.

Bartra dice del presidente mexicano: “AMLO es un populista reaccionario, que se puede comparar con las corrientes populistas reaccionarias en Europa, como Erdogan, o con el propio Trump, al que tanto ha criticado”. Bartra explica que muestra de ello es su “intento de hacer el país de los años 60 y 70, con una economía fuertemente nacionalizada y que rechaza las reformas fiscales”. Y completó: “Además, agregamos que se está militarizando el país, y eso es motivo de alarma”.

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Las señales de su creciente autoritarismo han sido evidentes desde el inicio de su mandato en 2018. AMLO asumió el cargo con un discurso semi-esotérico de reconexión con el México anterior al descubrimiento, desacreditando la democracia. Con él dirigió intermediarios e instituciones. Ha impuesto un sistema de comunicación en el que se aparta de todos los medios de comunicación. El presidente mexicano no concede entrevistas ni responde directamente a los medios. Sí, habla todos los días en las tediosas “Mañaneras”, que es el canal de comunicación oficial del gobierno.

Al inicio de la pandemia, fue en el espacio “Mañaneras” donde AMLO se mostró negacionista del virus. No incentivó el uso de máscaras, habló de la necesidad de que la gente salga a las calles y restaurantes para “estimular la economía popular” y se negó a dar una respuesta científica al coronavirus. El resultado fue un gran retraso en la adopción de medidas. Después de muchas críticas, AMLO se echó atrás, pero no por mucho. Reenvió todas las comunicaciones sobre este asunto a su titular de atención médica, López Gatell. Al principio, pareció muy eficaz para establecer un régimen de cuarentena regional. Pero fue desacreditado por varios informes, especialmente de medios extranjeros, que gracias a investigaciones independientes comenzaron a mostrar que México tenía muchas más muertes de las que registró.

Finalmente, más de 6 meses después de estas denuncias, el gobierno tuvo que ceder. La semana pasada, admitió que el número de muertes por coronavirus en el país es al menos un 60% superior al anunciado oficialmente.

Sin embargo, hay otras áreas donde el gobierno de AMLO ha fallado y donde su autoritarismo ha sido más pronunciado. La seguridad es uno de ellos. El país continúa una guerra interna, el narcotráfico controla varios estados, a través de narcoempresarios, narcopolíticos y narcopolicías. Uno de los ejemplos más públicos de este fenómeno se puede ver en el hecho de que nunca se ha resuelto la tragedia de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa en 2014, delito cometido por diversas figuras del poder vinculadas a la trata.

Y esta es solo la más famosa de muchas masacres similares.

AMLO asumió la promesa de reducir la violencia con una perspectiva diferente de seguridad. Ni la mano firme como la del PAN, que desata aún más violencia, ni la política de oscuros acuerdos con los cárteles del PRI. Sin que sepamos, después de todo, qué camino tomó AMLO, la violencia aumenta año tras año. Y en 2020, con pandemia y todo, el número de homicidios fue de 35.515, solo un 0,3% menos que el año anterior.

El fin de semana pasado, la revista Proceso publicó un importante informe que mostraba la mayor influencia de los militares en el ámbito del poder. La seguridad no ha mejorado, pero AMLO está cada vez más rodeada de uniformes, cuyo apoyo ha sido cada vez más crucial para defender sus políticas.

Ya el impulso estatista y el apego a México de los años 60 y 70 del que habla Bartra se materializa con la revocación de la reforma energética que había sido aprobada por Enrique Peña Nieto (2012-2018) y en los proyectos de obras faraónicas como el Tren Maia o la mega base petrolera que se está construyendo en su estado de Natal, Tabasco.

El pueblo mexicano tendrá una tarea importante el 6 de junio. O alertar al presidente para que cambie el rumbo de su comportamiento hacia el autoritarismo, o darle las herramientas para que siga igual.

 

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