El dinero sale aceleradamente de América Latina gracias a los gobiernos de izquierda

A medida que los principales países de América Latina se desplazan hacia la izquierda como reacción a la creciente desigualdad, el capital sale volando de la región.

Redacción | Bloomberg

En el Hotel Estelar la Fontana, de cuatro estrellas, en Bogotá, un centenar de colombianos adinerados aprenden a enviar su dinero a Estados Unidos, y rápido. Apretados hombro con hombro en sillones de cuero, la multitud admira diapositivas de propiedades frente al mar en Miami. Los inmuebles pueden ser una inversión, una segunda residencia o el comienzo de una nueva vida. Una habitación se vende por un millón de dólares, más de 300 veces el salario mínimo anual en Colombia. Algunos se quedan boquiabiertos ante el precio; otros, pueden permitírselo.

Esta mañana de marzo, un agente inmobiliario explica a sus clientes potenciales los pormenores de los visados. «Es triste que hayamos llegado a esto», susurra un hombre. Se refiere a la carrera por la salida después de que Colombia eligiera a Gustavo Petro, un ex guerrillero de izquierdas que no tardó en subir los impuestos a los ricos. Maikol Di Pietro, abogado de nacionalidad colombiana e italiana, busca un apartamento para su madre y, con el tiempo, uno para él. «Las cosas están cambiando», dice, «y no en el buen sentido».

A medida que los principales países de América Latina se desplazan hacia la izquierda como reacción a la creciente desigualdad, el capital sale volando de la región. Los inversores ricos y, cada vez más, los de clase media buscan un plan B en caso de que se produzcan más trastornos económicos y políticos. Los ciudadanos y las empresas de las cinco mayores economías de la región sacaron de sus países unos 137.000 millones de dólares en 2022. Esta cifra -datos preliminares del Instituto de Finanzas Internacionales, un grupo de instituciones bancarias- es un 41% superior a la de 2021 y la mayor desde 2010.

Aunque nadie rastrea a dónde va el dinero, los destinos populares incluyen República Dominicana, Panamá, España y Estados Unidos. Desde 2020, los inversores mexicanos han gastado más de 700 millones de euros (774 millones de dólares) en inmuebles y construcción en España. Los colombianos han comprado hasta 500 propiedades panameñas sólo en los últimos meses, calcula Samuel Urrutia, que dirige la unidad para la región de la inmobiliaria Colliers International Group Inc. Los súper ricos compran propiedades en Nueva York o Madrid, los «ricos ricos» se decantan por Miami y los «sólo ricos» buscan en Panamá o la República Dominicana, afirma.

Sin embargo, ningún lugar ha notado tanto el impacto como Miami, una ciudad cuya historia y desarrollo están tan entrelazados con sus vecinos del sur que a menudo se la conoce como la capital de Latinoamérica.

En Related Group, uno de los mayores promotores inmobiliarios de Miami, los compradores extranjeros, la mayoría procedentes de Colombia y México, han adquirido 600 millones de dólares en inmuebles desde finales de 2021. El año pasado, solo los colombianos compraron 1,222 propiedades en el área de Miami, un aumento del 30% con respecto al año anterior y la mayor cantidad desde que la Asociación de Agentes Inmobiliarios de Miami comenzó a rastrear a los compradores extranjeros en 2019.

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Cada vez que sale elegido un izquierdista, el dinero entra a raudales en el sur de Florida, dice Raúl Henríquez, presidente de Insigneo Financial Group LLC, una gestora de patrimonios de Miami. En los últimos cinco años, los activos gestionados por su empresa se han multiplicado por seis, hasta alcanzar los 18.000 millones de dólares. Según José Luis de Dios Crispi, director gerente de Kaiross Corp, una empresa chilena de consultoría financiera, alrededor del 40% de las cerca de 180 family offices chilenas están presentes en Estados Unidos, casi todas en el sur de Florida; cada una de ellas invierte entre 30 y 40 millones de dólares al año en Estados Unidos, sobre todo en el sector inmobiliario. (El Ministerio de Hacienda chileno afirma que el año pasado salió menos dinero del país y aumentó la inversión extranjera).

A menudo llamado «marea rosa», este cambio hacia el socialismo se remonta a 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador llegó al poder en México. Los izquierdistas se impusieron en Argentina en 2019, en Chile y Perú en 2021, y en Brasil y Colombia el año pasado. «Este es un acontecimiento histórico que nunca habíamos visto: toda la región se ha vuelto rosa», dice Talbert Navia, codirector de la práctica de América Latina en el bufete de abogados Winston & Strawn, quien ha asesorado a corporaciones y firmas de capital privado desde finales de la década de 1980.

Pero José Roberto Acosta, alto funcionario de las finanzas colombianas, dice que es simplista relacionar las salidas de dinero de su país con el ascenso de la izquierda. Su gobierno «defiende una economía de libre mercado y respeta la propiedad privada», afirma. En su opinión, la salida de dinero se debe a la subida de los tipos de interés de los títulos públicos estadounidenses, relativamente seguros, así como a la búsqueda de impuestos más bajos.

El Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento del 1,7% en América Latina este año, más lento que en otros mercados emergentes. Mauricio Cárdenas, ex ministro de Hacienda colombiano, afirma que la fuga de capitales está influyendo y podría dificultar la aplicación de políticas socialistas. Los ricos se van, la economía se resiente, la inflación sube y el malestar se intensifica, dice: «Es un círculo vicioso».

Casi todas las divisas importantes, salvo el peso mexicano, se han desplomado frente al dólar, lo que se ha sumado a la inflación, llevando a los bancos centrales a subir los tipos de interés y dificultando el endeudamiento de las empresas. En Argentina, el peso ha perdido más del 70% de su valor desde principios de 2020, y la inflación aumenta a un ritmo anual del 100%. En Chile, el cambio de las familias adineradas hacia la inversión en EE.UU. ha hecho más difícil encontrar financiación para las startups, dice Dios Crispi, el consultor. «Me dicen: ‘José, me encanta el negocio, pero desgraciadamente sólo invertimos en el extranjero'», explica. «Para nosotros es muy triste».

Desde que los cubanos empezaron a huir del régimen comunista de Fidel Castro en la década de 1950, Miami ha atraído riqueza del sur, junto con jubilados y empresas del norte atraídos por el clima cálido de Florida y la ausencia de impuestos sobre la renta y el patrimonio. Pero la última diáspora de latinoamericanos procede de muchos más países, sumándose a una afluencia de riqueza estadounidense que se aceleró en la pandemia. Miami se ha convertido en una especie de Wall Street Sur, atrayendo a gestores de fondos de cobertura como el multimillonario Ken Griffin, que trasladó la sede de su empresa, Citadel, desde Chicago. Apollo Global Management, Blackstone y Goldman Sachs han trasladado su personal desde Nueva York.

Ahora, Miami corteja a la élite latinoamericana en restaurantes de lujo y eventos deportivos. Alex Horn, socio gerente de BridgeInvest, una empresa de préstamos inmobiliarios comerciales y residenciales, dice que organizó su día anual del inversor en el torneo de tenis Miami Open, patrocinado por Itaú Unibanco Holding SA, el mayor banco de América Latina. «Muchos de nuestros inversores, tanto de Sudamérica como de Nueva York, iban a venir a verlo», dice Horn, que de niño se trasladó a Miami desde Brasil.

Los últimos emigrantes acuden a lugares como Elcielo, un silencioso restaurante colombiano de 13 mesas a orillas del río Miami. Por 258 dólares por persona, sirve comidas de 20 platos durante tres horas. Elcielo ganó una estrella Michelin el año pasado.

Durante la mayor parte de los ocho años transcurridos desde su apertura, el negocio fue escaso, dice el chef propietario, Juan Manuel Barrientos, que también tiene restaurantes en Bogotá, su Medellín natal y Washington, DC. Ahora las mesas se reservan con días de antelación.

Al igual que muchos residentes del sur de Florida, Peter Bermont, socio director de una unidad de asesoramiento patrimonial de Raymond James & Associates en Coral Gables, cuenta historias de extraños que se presentan en su puerta para comprar su casa. No hace mucho, el club de golf de Bermont tenía que hacer promociones para captar socios. Ahora tiene una lista de espera de 11 años.

Mariano Borges huyó de Argentina en 2013. Le molestaban las restricciones impuestas a su empresa de promoción inmobiliaria, así como la inflación que erosionaba su patrimonio. Borges inició un negocio en México, comprando terrenos en la turística Playa del Carmen, al sur de Cancún. El año pasado se trasladó a Miami, uniéndose a una cohorte de empresas inmobiliarias latinoamericanas que ahora prosperan en la ciudad. Musculoso y cubierto de tatuajes, Borges, de 51 años, vive en una casa de 10 millones de dólares a pocos pasos del océano y conduce un Lamborghini.

La empresa de Borges, Menesse International, está construyendo una torre de apartamentos de 400 unidades, así como un proyecto más pequeño de condominios de alta gama, en el codiciado barrio de Brickell de la ciudad. «En Estados Unidos, las leyes y los requisitos son claros», afirma. «¿Quieres un permiso? Vale, necesito ver esto, esto y esto. ¿Quiere un préstamo? Vale, enséñame esto. Quieres estar en un lugar donde el riesgo sea menor. Así, si llega una crisis, sabrás que, de acuerdo, puede que se ralentice durante un tiempo, pero no vas a perderlo todo».

A tres kilómetros de la casa de Borges, un cartel anuncia Ora by Casa Tua, que ahora es un aparcamiento pero pronto contará con 460 apartamentos de lujo. Un promotor local, Edgardo Defortuna, lo comercializará en gran medida entre los latinoamericanos. En el último año, su equipo de ventas ha viajado regularmente a Colombia y México. La empresa también ha programado cuatro viajes a Brasil, donde los planes de enriquecimiento fiscal del recién elegido Presidente Luiz Inácio Lula da Silva están creando clientes para el promotor. Es el mayor interés que ha visto por la región en cuatro décadas de negocio. «Sólo hay dos tipos de personas: las que se trasladan a Miami y las que quieren trasladarse a Miami», afirma Defortuna.

El lunes después de que Petro, el ex guerrillero, ganara la presidencia de Colombia en junio del año pasado, «ves Colombia, Colombia, Colombia en nuestro informe de ventas, e inmediatamente montamos un viaje de ventas», dice Nick Pérez, vicepresidente senior de Related Group, que ha construido o rehabilitado más de 100.000 apartamentos en la zona de Miami. El padre de Pérez, Jorge, nacido de refugiados cubanos y criado en Argentina y Colombia, fundó Related y a menudo se le conoce como el «rey de los condominios» de la ciudad. En cuestión de semanas, los socios de ventas de Related volaron a Bogotá, presentando proyectos durante almuerzos en el hotel Four Seasons de la ciudad.

Regis, un proyecto de condominios de 150 unidades en Brickell, está justo al lado de la pintoresca bahía de Biscayne. Diseñados por el prestigioso arquitecto Robert A.M. Stern, los apartamentos cuentan con frigoríficos de 15.000 dólares y mayordomos de guante blanco. Los de dos dormitorios cuestan a partir de 3,5 millones de dólares. A pocos años de su apertura, ya está atrayendo el interés de los países del Sur.

En marzo, una compradora de México recorre un apartamento modelo con Catalina Martínez, agente inmobiliaria de One Sotheby’s International Realty. Su clienta, Cristina, que pidió ser identificada sólo por su nombre de pila por razones de seguridad, posee apartamentos por todo Miami. Ahora está pagando la entrada de un piso de cuatro dormitorios. Será un refugio para su familia si ya no quieren estar en México bajo el régimen de López Obrador. «Nunca se sabe», dice. «Podría ser como lo que pasó en Venezuela».

De vuelta en el hotel de cuatro estrellas de Bogotá, Carolina Pacheco, una agente inmobiliaria de Miami, introduce a la multitud en las alegrías de su ciudad. Nacida en Colombia, está allí con un equipo de dos docenas de colegas de EXp Realty para un recorrido de tres días y medio por Bogotá, Medellín y Barranquilla. «Muchos pensaron que estaba loca cuando dije que íbamos a venir en avión, pero la necesidad es real y tenemos que asesorarles», dice. Ya había hecho 60 ventas en una visita en noviembre. Ahora los clientes potenciales, folletos en mano, evalúan los proyectos de Miami y Orlando expuestos y hablan con banqueros que ofrecen hipotecas y abogados especializados en inmigración o impuestos.

Yelitza Avendaño y Juan Eduardo Vaamonde, que tienen un negocio de consultoría, quieren trasladarse a Estados Unidos. La pareja dejó su Venezuela natal hace nueve años para irse a Colombia. Ahora ven signos de que la historia se repite. «La moneda se debilita, la inflación aumenta», dice Avendaño. «Ya vivimos algo parecido una vez, y sabemos que no queremos que nos vuelva a pasar».

Aún poseen apartamentos en Venezuela que quieren vender. Se venderán por 10.000 dólares, quizá 20.000 dólares, cada uno, una fracción de lo que pagarían en Estados Unidos, donde tienen parientes en el sur de Florida. «Lo malo son los precios», dice Avendaño, señalando que «700.000 dólares es demasiado».

Otros no piensan lo mismo. Cuando Pacheco sale del hotel, ya tiene varios contratos firmados. Había planeado pasar el fin de semana descansando, visitando a amigos y familiares en la ciudad costera de Barranquilla. En lugar de ello, celebra reuniones consecutivas y recibe llamadas a medida que se corre la voz de que está en la ciudad. En total, su grupo se dirige a 450 personas de todo el país. Pacheco espera volver cada tres meses.

La semana siguiente, un cliente colombiano que había conocido en Barranquilla la visita en Miami. Está allí para comprar un apartamento en el centro. Días después vuelve para comprar otro. En total, gasta 1,4 millones de dólares.

 

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